If we keep doing what we're doing, we're going to keep getting what we're getting.
Stephen Covey

28.11.09

“La inútil y monstruosa Torre Eiffel”


La torre Eiffel no tiene un sólo fin práctico. Dicen que las únicas veces que lo tuvo fue en vísperas de la 1° Guerra Mundial y durante un tramo de la Segunda en la que se la utilizó para receptar y emitir comunicaciones por parte de la armada francesa. Sin embargo hoy es símbolo de un país entero. Fue concebida en el año 1884 e inaugurada en 1889 en el Centenario de la Revolución Francesa.

Su razón de existencia original fue una “manifestación tecnológica” llevada a cabo en plena revolución industrial como demostración del estado de la “técnica” en general y de los nuevos materiales, estructuras y capacidades en particular. En esa época y hasta nuestros días se desarrollaban periódicamente exposiciones universales en las que cada país desembarcaba con sus novedades y avances, principalmente científico-tecnológicos. Pero también era oportunidad para las diversas ramas de la cultura y el arte. La primera de ellas había sido la Gran Exhibición de Trabajos de la Industria de Todas las Naciones, llevada a cabo en Londres en el año 1851.

Aunque fue de este lado del Océano Atlántico que dos ingenieros norteamericanos (Clark y Reeves) concibieron inicialmente la idea de construir una torre metálica, por falta de fondos ese proyecto pionero nunca vio la luz. En junio de 1884 dos ingenieros de la empresa Eiffel, estudian una propuesta para una torre metálica de 300 metros de altura para con ello atraer la atención de la exposición planeada para 1889. El boceto inicial de 1884 es mostrado a Gustave Eiffel y aunque parece no interesarle, autoriza a los proyectistas a que avancen en los estudios.

Un dibujo posterior, más detallado y con un diseño de la base que es el que finalmente se concretó, entusiasma a Eiffel y registra a su nombre y de los proyectistas una patente que al poco tiempo adquiere en su totalidad.

Dicen que el mérito de Eiffel no reside en el diseño de la torre, sino más bien en el empuje y energía puestos en divulgar la propuesta a políticos, gobernantes y público para convencer y obtener el acuerdo necesario para su construcción. Para formalizar la obra el gobierno llamó a un concurso con el objeto de “explorar la posibilidad de elevar en el Campo de Marte una torre de hierro con una base de 125 m² y una altura de 300 metros”. Dicen que la descripción de las bases del concurso eran tan parecidas a la propuesta de Eiffel, que hasta se sospechó que fueran redactadas por él mismo. Se presentaron 107 proyectos y Gustave Eiffel gana. En el acta suscripta inicialmente para el inicio de la obra se estima un costo 6,5 millones de francos más otro millón y medio por gastos imprevistos. El resto se financiaría con aportes de la firma Eiffel y un grupo de tres bancos que se encargarían de su explotación al finalizarla.

Desde la gestación de la idea de construir la torre surgieron grupos opositores a la iniciativa. En febrero de 1887 casi trescientos artistas unen su fuerza para denunciar “la inútil y monstruosa Torre Eiffel” a través de la carta abierta Protesta de los artistas contra la torre del Sr. Eiffel. Entre los firmantes figuraban: Guy de Maupassant, Charles Gernier, Charles Gounod, Victorien Sardou, Francois Coppée, Leconte de Lisle, William Bouguereau, Alexandro Dumas (hijo), Ernest Meissonier, Joris-Karl Huymans y Paul Verlaine. Todos ellos reconocidos escritores, pintores, compositores, arquitectos, entre otros artistas del medio. En el manifiesto la torre fue definida en varios pasajes como:

- “Trágica lámpara de calle” (Léon Bloy)

- “Esqueleto de atalaya” (Paul Verlaine)

- “Pirámide alta y flaca de escalas de hierro, esqueleto gigante falto de gracia, cuya base parece hecha para llevar un monumento formidable de cíclopes, aborto de un ridículo y delgado perfil chimenea de fábrica”. (Guy de Maupassant)

- “Un tubo de fábrica en construcción, un armazón que espera ser cubierto por piedras o ladrillos, esta alambrera infunibuliforme, este supositorio acribillado de hoyos” (Joris-Karl Huymans).

La primera página de La vie errante de Guy de Maupassant comienza “…dejé París y hasta Francia, porque la Torre Eiffel acababa por aburrirme demasiado…”. Y entre las críticas también arreciaban las que destacaban la influencia que lo extranjero ejercía sobre Francia.

Pero Francia es GRANDE. Y su Estado tan GRANDE como ella. Contra todo la construcción comenzó en enero de 1887 y se finalizó en marzo de 1889. 2 años y dos meses después. Los trabajadores nunca superaron los 250. La mayoría de las partes eran ensambladas en talleres que luego se montaban definitivamente. En total se colocaron 2.500.000 remaches. 50 ingenieros dibujaron 5.300 croquis de ensamble, detalles y armado de las 18.038 piezas que la componen. Ningún accidente mortal se registró entre los trabajadores. Costó 1,5 millones más de lo previsto y tomó el doble del tiempo planificado. Algo comprensible dada la inexperiencia en construcciones con una técnica y materiales totalmente innovadores para la época.

El 6 de mayo de 1889 la Exposición Universal abre sus puertas y el público comienza a subir sus 312 metros de altura. Adquiere un éxito popular inmediato pese al desprestigio al que había sido sometida. Durante la primera semana, aun sin funcionar los ascensores, la escalan 28.922 personas y durante la exposición suben 2.000.000 en total.

Finalizada la muestra decae su interés que se profundiza en los años siguientes. Por ello en el año 1900 se organizó una nueva exposición universal tras la cual la torre sería desmantelada y destruida. Gustave Eiffel, reacciona y genera experimentos científicos para demostrar su importancia. Por su lado los admiradores buscaron todo tipo de argumentos para sostenerla y se empecinaron en encontrarle un uso práctico que justificase su salvación. Fue la armada francesa quien la liberó del desguace cuando la encontraron necesaria para realizar pruebas de transmisión de comunicaciones. Entre ellas el desarrollo de la telegrafía sin hilos.

Así como surgieron grupos opositores hubieron también minorías encabezadas por pintores, músicos, fotógrafos, escritores, cineastas, dibujantes, entre otras formas artísticas que la utilizaron y aún utilizan como inspiración y escenario de sus creaciones. Ha sido motivo de románticas y numerosas escenas de amores y desencuentros, e imagen de numerosos billetes, estampillas y publicidades.

A partir de los años 60 comienza a crecer el turismo internacional y con ello el interés mundial por la Torre Eiffel. Y con ello definitivamente su consolidación. Hoy es visitada anualmente por 6 millones de personas de todo el mundo. A nuestros días la han visitado más de 236 millones de personas. Para recibir el nuevo milenio se “derrocharon” 20.000 luminarias parpadeantes. Su instalación insumió:

- 20 alpinistas durante tres meses

- Se colocaron 20.000 luces que pesaban 8 toneladas

- 230 llaves eléctricas y 30 km de cable

- 400 kw de potencia, entre otros insumos.

Es el DESTINO DE GRANDEZA de un país y un pueblo. ¿Que hace “grande” a un país o una ciudad? ¿SE HACE “grande” cuando emprende estos desafíos? ¿O sólo los emprende el que ES “grande”? Si en su origen la razón principal de su construcción era la manifestación y demostración “neotécnica”, hoy los años la resignifican como un monumento a los soñadores. Aquellos que “ven” y construyen torres donde sólo hay un páramo, un terreno inhóspito.

En La Tour Eiffel, en 1964, el lingüista también francés Roland Barthes la definía: “Mirada, objeto, símbolo, la torre es todo lo que el hombre pone en ella y que todo es infinito. Espectáculo mirando y mirando, edificio inútil e irremplazable, mundo familiar y símbolo heroico, testigo de un siglo y monumento siempre nuevo, objeto inimitable y sin cesar reproducido, es el signo puro, abierto a cada tiempo, a todas las imágenes y a todos los sentidos, la metáfora sin freno; a través de la torre, los hombres llevan esta gran función de la imaginación, que es su libertad, ya que ninguna historia, por muy sombría que sea, jamás pudo quitársela”.

7.11.09

La vocación por emprender

Hace 8 años (17 de noviembre de 2001) el diario El Tiempo de Azul publicó esta nota de opinión de mi autoría en el marco del 2º Encuentro de Jóvenes "Impulsando una joven cultura emprendedora" organizado por la FUNDACIÓN Ceda y su Grupo Joven de aquel momento.

¿Qué es un emprendedor?
Según el diccionario, Emprender es sinónimo de tomar y agarrar. A su vez significa también empezar e iniciar. Cuando buscamos por Emprendedor nos dice que es el adjetivo para denominar al que emprende con decisión acciones arriesgadas o difíciles.
Más allá de las definiciones, podemos decir que un emprendedor es alguien que decide lo que quiere ser y hacer, y que no descansa hasta conseguirlo. Lo contrario entonces sería alguien que espera que otro decida por él lo que va a ser y como lo va a hacer. Es decir una persona dependiente que prefiere desempeñar el papel de espectador, antes que el de protagonista.
Esto último a lo que se hace referencia, ha venido sucediendo en nuestra sociedad desde hace mucho tiempo, forjando en nosotros la dependencia de esperar siempre que otros decidan y resuelvan los problemas por nosotros. La dependencia exclusiva del Estado para resolver todos nuestros problemas, así como nuestra dependencia cultural y económica del exterior para encarar transformaciones, son ejemplos de lo que sucede a nivel nacional. A nivel local también tenemos nuestros ejemplos: la dependencia de emprendedores foráneos que instalen sus empresas en Azul, así como el apoyo a la construcción de cárceles como herramientas generadoras de empleo son ilustrativos de nuestra escasa vocación emprendedora.
En el libro “El emprendedor tecnológico”, resultado de investigaciones de los profesores Fernandez Cirelli, Durante y Lesser de la Universidad de Buenos Aires, se critica la tradición argentina de formación de profesionales de las diferentes carreras que tienen excelentes capacidades y habilidades para desempeñarse como empleados (en relación de dependencia) de compañías o reparticiones públicas, pero que carecen de actitudes y aptitudes que los lleven a emprender la creación de una empresa propia. Este fenómeno, es importante decirlo, ha sucedido en todo el mundo, pero con la diferencia que ante la evidencia del surgimiento de un nuevo mundo basado en el desarrollo de emprendedores creadores de una nueva cultura, los países desarrollados se encuentran en la actualidad transformando sus estructuras educativas con el objetivo de adaptarse a la realidad emergente.
Volviendo a lo anterior, ésto quiere decir que una vez graduados nuestros profesionales se convierten en buscadores de trabajo y no en posibles empleadores. Ésta es otra arista de un problema que nos lleva a pensar que existe por encima de todo una cultura de la dependencia que impide emanciparnos como ciudadanos capaces de trazar un camino propio, para luego recorrerlo.
Emprendedor no es igual a empresario

Sería un error considerar Emprendedor, sólo a aquellas personas que realizan emprendimientos de carácter privado sea comercial, productivo o de servicios. La acepción actualizada del término comprende además a profesionales, artistas, periodistas, agentes del sector público, políticos y aquellos involucrados en organizaciones sin fines de lucro, también denominado tercer sector, entre muchos otros, bajo denominaciones como emprendedores productivos, emprendedores sociales, emprendedores políticos, etc.
¿Emprendedor se nace o se hace?
Existe un presupuesto que dice que para ser emprendedor, hay que nacer emprendedor. Esto hoy se sabe que es inexacto y está demostrado que emprendedor no se nace, sino que se hace. Nadie dudaría por ejemplo, que para ser médico, mecánico, arquitecto o jardinero es necesario prepararse a través de la práctica y/o el estudio. ¿Por qué vamos a pensar entonces que los emprendedores van a surgir espontáneamente por gracia de alguien?.
En el camino para convertirse en emprendedor convergen tres elementos que de no estar presentes todos proporcionalmente, no estarían dadas las condiciones para su desarrollo. Estos tres elementos son:
· Aptitud
· Actitud
· Clima de desarrollo
La Aptitud comprende los conocimientos y habilidades necesarios a adquirir para emprender cualquier actividad. Estas aptitudes es posible alcanzarlas a través del estudio o la práctica.
La Actitud comprende a la motivación, vocación y valores necesarios para emprender. Si bien hay aspectos actitudinales posibles de ser adquiridos, hay aspectos relacionados con la personalidad que tienen mucha incidencia. En la decisión de emprender existe un riesgo, que si bien es calculable, implica en algún punto un salto al vacío que es guiado por la intuición.
Finalmente mencionamos el Clima que es el medio de cultivo sin el cual el surgimiento de los emprendedores sólo se daría en forma aislada. Es impensable que alguien intente llevar adelante cualquier proyecto emprendedor si quienes lo rodean están constántemente desmotivándolo, desmoralizándolo y desalentándolo. Es por eso que el clima circundante se torna definitorio para permitir o no el surgimiento de una cultura emprendedora.
Emprender para enfrentar

La falta de trabajo que aqueja a los azuleños; las necesidades básicas insatisfechas desde un Estado que a pesar de todos los esfuerzos, apenas alcanza para paliativos miserables; la carencia de dirigentes pujantes provenientes tanto del sector público como privado; la necesidad de un desarrollo estratégico para el Partido, son problemas estructurales que será imposible enfrentar sin el surgimiento de una clase emprendedora que empuje desde las tres patas de una mesa formada por el sector privado, el sector público y el tercer sector.
Esto implica el desafío de convertirnos en emprendedores con la capacidad de decidir nosotros mismos que queremos ser, hacer y, como dijimos antes, no descansar hasta lograrlo, conscientes también de que nadie va a venir a resolver los problemas por nosotros.
La transformación estructural de convertirnos, de ciudadanos dependientes en emprendedores es, por otro lado, una tendencia cultural cada vez más desplegada a nivel mundial y es importante saber que todo lo que no hagamos por nosotros mismos, nos será impuesto desde afuera.
Empezar a emprender

Nos ha llegado el momento entonces, de primero pensar y después actuar acerca de cuestiones que giran en torno a:
· ¿cómo creamos las condiciones sociales necesarias para el surgimiento de ciudadanos azuleños emprendedores?
· ¿a través de que medios vamos a adquirir las aptitudes necesarias?
· ¿cuáles son las motivaciones y valores que nos llevarán a forjar la actitud necesaria?
· ¿cómo vamos a colaborar para construir el clima maduro y optimista que permitirá el brote de emprendedores azuleños?
En la ciudad de Azul hay variados aunque aislados ejemplos de ciudadanos emprendedores de los tres sectores que conforman el arco social. Y tenemos que saber que en la respuesta a estos interrogantes está hipotecada buena parte de nuestra felicidad futura. Es importante tener en cuenta que no existirán soluciones ni rápidas, ni fáciles. Pero de enfrentar esta realidad con madurez y de acuerdo a nuestros intereses comunales, vendrán seguro tiempos duros de esfuerzo, pero optimistas. Ese optimismo que cotidianamente se construye sobre la convicción de saber que mañana estaremos mejor que hoy.
De las muchas soluciones a nuestros problemas que no están en nuestras manos, hay una que si lo está, y depende de nosotros asumirla.
Luis María Lafosse

28/10/2001